lunes, 29 de septiembre de 2014

Iconografía del rapto de Europa y actualidad del mito

La profesora Consuelo López López ha publicado el siguiente vídeo donde repasa con imágenes desde sus orígenes más remotos en Grecia y Roma hasta la actualidad la evolución artística e iconográfica del mito de Europa, la princesa fenicia que fue raptada por Júpiter/Zeus enamorado y transformado en un toro manso de gran belleza, que la llevó a lomos hasta las costas de Creta a través del mar donde se unió a ella y donde decidió otorgar a esa parte del mundo el nombre propio de su enamorada.  Las imágenes van acompañadas del concierto número 9 "Ritratto dell´amore" de François Couperain.
 



No sólo los antiguos creían en los mitos. También los modernos creemos en ellos, otros mitos pero mitos al fin y a la postre. El problema es que muchas veces nos pasa desapercibido el carácter mítico de nuestras creencias; tan nuestras que son y tan firmes y arraigadas como las tenemos, no somos capaces de verlas como tales en primer lugar y de cuestionarlas mínimamente con sentido crítico en última y no menos importante instancia.  

Un buen ejemplo puede ser el mito de Europa, de la que tanto se oye hablar últimamente. Para los antiguos, Europa era una princesa fenicia de la que se enamoró Zeus o Júpiter, que le decían los romanos,  cuando la vio jugando con sus amigas en la playa de Sidón, o de Tiro, según otras fuentes. El dios, enardecido de amor por la belleza de la muchacha,  se transformó en un toro de resplandeciente blancura y cuernos en forma de luna creciente -"media Luna los cuernos de su frente", que cantó Góngora-; y se tumbó  mansamente a los pies de la doncella. Ella, asustada al principio, cobró ánimo y acabó confiándose, acariciando al toro y sentándose sobre su lomo, momento en el que la bestia aprovechó para lanzarse al mar y llevársela consigo. La travesía, rumbo a Occidente, a través de las olas acabó en la isla de Creta, donde el "mentido robador de Europa",  según el verso gongorino que evoca al falso toro que la raptó, se une carnalmente a la virgen, y, como recompensa, otorga el nombre propio de la princesa a esa parte del mundo donde se había producido la unión de la que nacerá el legendario rey Minos. Había nacido Europa. 

El toro, cuya forma había adoptado Zeus se convirtió, posteriormente, según la leyenda, en una constelación que fue colocada entre los signos del zodíaco y que conserva, como cultismo, su antiguo nombre: tauro.

Fotografía de Madame Yevonde, Europa, 1935
El simbolismo de esta princesa fenicia, por otra parte, está abierto a toda clase de sugerencias e interpretaciones: "ex Oriente lux" dice el proverbio latino, que significa que de Oriente nos viene la luz del sol, como vienen de Oriente los Reyes Magos, en la tradición cristiana, a adorar al recién nacido... Y de Fenicia, en concreto, tomaron los griegos algo tan importante y crucial para nuestra cultura como el alfabeto, que es el origen del abecedario latino que empleamos hoy casi universalmente.  Así que de Oriente nos vino, al menos, la escritura alfabética, y con ella el comienzo de la historia humana propiamente dicha y de nuestra cultura.


 (Valentin Serov, Europa, 1910)

Los mitos modernos, tales como el Progreso, Europa, la Democracia, los Mercados... y un larguísimo etcétera son mucho más prosaicos que los antiguos, como podéis comprobar, pero no menos poderosos y más dogmáticos, por lo que no es mal ejercicio desmitificarlos, es decir, analizarlos, disolverlos como si de un análisis químico se tratara. Nos exigen no sólo la fe ciega de que creamos en ellos sin ponerlos nunca en tela de juicio,  sino también  que hagamos algún sacrificio que otro en sus altares.

 Rapto de Europa, Botero (1995)

"Somos conscientes de los sacrificios exigidos para fortalecer Europa", ha dicho recientemente un prohombre del Estado y político de las finanzas elegido democráticamente. Lo ha dicho en pleno siglo XXI de la era moderna. Ha querido decir que hay que fortalecer un dogma de fe, un mito ("Europa"), que hay que darle credibilidad -ahora no dicen "fe", que suena a religión, sino "credibilidad", que es lo mismo pero parece más moderno y distinto porque,  frente a la monosilábica "fe",  la "credibilidad" tiene nada más y nada menos que cinco sílabas, lo que le da mucha más enjundia y empaque a la palabra. Hay que fortalecer a Europa, ha dicho,  aunque exija en sus aras y a tumba abierta  el sacrificio de todos los europeos.


En la moneda griega de dos euros figura hoy, qué paradoja, el rapto de Europa, dando a entender mucho más de lo que parece que representa. ¿No será acaso el toro bravo hoy en día una metamorfosis no ya del obsoleto Júpiter o del no menos rancio Zeus, sino del propio Euro, la "moneda única" que es la última epifanía del poderoso caballero Don Dinero (Quevedo dixit), o Das Kapital, que diría don Carlos Marx, el nuevo, único y moderno dios verdadero que rige los destinos no sólo de la llamada comunidad o unión europea,  que necesita estar constantemente fundándose y refundándose,  sino también del mundo entero? 

Una muestra del humor genial de Forges abunda sobre el mismo tema, muestra el moderno "rapto" de Europa.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Dos sonrisas, para empezar

Nada mejor que, para empezar esta nueva andadura, hacerlo con dos sonrisas. Son dos viñetas del dibujante argentino Ricardo Siri, más conocido como Liniers, que es su pseudónimo, aunque no aparezca su firma en sus trabajos. Sus dibujos recuerdan un poco a Quino y a Hergé. Y sus textos,   originalmente en castellano pero aquí reconvertidos al latín por prurito pedagógico, evocan bastante a los de Mafalda, el inolvidable personaje de Quino.


En el primer texto, tomado de  aquí,  un niño le pregunta a su madre, rodeados ambos en plena ciudad de rascacielos: ¿Qué es un horizonte? o ¿Qué es "horizonte"? o ¿Qué es el horizonte?  ¿Por qué esta triple traducción? Porque en latín no hay artículo.   La partícula interrogativa "quid" es el origen de nuestro "qué", y se utiliza a veces en expresiones consagradas como "el quid de la cuestión". La palabra "horizon" es de ascendencia griega, un participio que significa "delimitante, que limita", de donde proceden nuestro horizonte y nuestra línea horizontal.  


En el segundo texto la simpática Enriqueta se columpia de un árbol en plena naturaleza y leemos un rótulo que dice en letras mayúculas: VITA SINE TWITTER.

Una de las características de la lengua latina es que no tiene artículos, como hemos visto antes a propósito del horizonte. Por eso una palabra como VITA puede traducirse al castellano, según el contexto,  sin artículo (vida  sin twitter), con artículo indeterminado (una vida sin twitter) o con el determinado (la vida sin twitter).

Esta palabra "VITA" nos ofrece un buen ejemplo, además, a la hora de ver cómo el latín, que es la lengua madre del castellano, ha degenerado en la lengua romance que nosotros hablamos y en sus hermanas el portugués (vida), el italiano (vita), el francés (vie), el rumano (viata). Compartimos con el portugués la tendencia de que la T intervocálica latina se sonoriza, es decir, se pronuncia con vibración de las cuerdas vocales, y se acaba convirtiendo en D.

Pese a esta tendencia, conservamos en castellano, por influencia culta de la lengua escrita,  la raíz "vita" en palabras como vital, vitalismo, vitalidad o vitalicio, que se denominan cultismos. En inglés, que no es lengua romance pero tiene casi un 60% de vocabulario latino,  encontramos también vital.

Pero podemos encontrarnos también expresiones consagradas por el uso, fórmulas fosilizadas, que no han evolucionado, lo que llamamos latinismos o latinajos, como decían los clásicos, por ejemplo CURRICULUM VITAE, que significa "trayectoria o recorrido de la vida". Estas expresiones, aunque se siguen escribiendo a la latina, han adoptado las pronunciaciones nacionales (currículum vite, en nuestro caso) en lugar de la clásica (currículum uítae).

La traducción de la leyenda no tiene mucho misterio: "La vida sin Twitter". Claro que donde dice Twitter podría muy bien haber puesto también: Facebook, Tuenti o cualquier otra de las llamadas redes sociales, o  Google o Wikipedia... o Internet en general.  No está mal que naveguemos por la Red, donde se pueden encontrar muy interesantes, instructivas y divertidas cosas, lo malo es cuando, sin llegar a buen puerto, caemos en ella  y dejamos de ser un pez que bogaba libre para convertirnos en un pescado.