martes, 22 de marzo de 2016

El tetrafármaco y la tumba de Epicuro






Podría resumirse en sólo cuatro palabras casi toda la doctrina filosófica y la actitud ante la vida que supone el epicureísmo.  Epicuro, como se sabe, fue un filósofo griego que vivió a caballo entre  los siglos IV y III antes de nuestra era. Su filosofía es el materialismo atomista de Demócrito, y su ética es hedonista (de hedoné, placer en griego).  Suele definirse el hedonismo como la búsqueda del placer que evita las situaciones, cosas y personas, que nos deparan dolor y complican innecesariamente la vida. 


Su sistema filosófico se ha presentado a veces como un remedio contra los males de la vida. La receta nos la da un seguidor de su escuela, llamado Filodemo de Gádara en un papiro, el número 1005, que se reproduce arriba,  que fue encontrado en su villa de Herculano, junto a Pompeya, en esa Italia profunda, culta y helenizada que se llamó la Magna Grecia.


La fórmula de Filodemo se conoce como el tetrafármaco o cuádruple remedio. La vacuna cuadrivalente que nos prescribe contra la desdicha para lograr un poco de felicidad en nuestra vida cotidiana, la única que tenemos,  reza en griego así:  Άφοβον ο θεός, ανύποπτον ο θάνατος και ταγαθόν μεν εύκτητον, το δε δεινόν ευεκκαρτέρητον. Una traducción libre de este conjuro cuadrivalente podría ser la siguiente redondilla:


No te inspire Dios temor,
ni la muerte ponga freno.
Que está a tu alcance lo bueno
y  se pasa lo peor.

O esta cuarteta, que dice más o menos lo mismo con otra rima: 

No te infunda Dios tormento,
ni la muerte suspicacias.
Que son los bienes sin cuento,
y uno lleva sus desgracias.

Los adjetivos griegos áfobon y anýpopton comienzan los dos con alfa privativa (a-  ante consonante como en a-cracia y an- ante vocal, como en an-arquía), cuyo significado es "libre de, carente de": áfobon está formado sobre el sustantivo fóbos, que significa "miedo" y es el origen de todas nuestras "fobias";  anýpopton, por su parte, está construído sobre el verbo hypopteúo, que quiere decir "sospechar, suscitar suspicacia o mirar con aprensión y recelo"; es un verbo compuesto a su vez del prefijo hypo, equivalente del latino sub-, esto es, desde abajo,   y del verbo simple opteúo, que quiere decir "mirar, ver", y que se relaciona con "óptico", por ejemplo. 


Por otra parte, los adjetivos eúkteton y euekkartéreton tienen en común el que están fraguados ambos con el prefijo eu-, que significa "bien", como vemos en helenismos tales como euforia, eutanasia, eufemismo... En palabras compuestas este sufijo denota que algo es llevadero, fácil. Algo que sea eúkteton es algo fácil de adquirir, del verbo ktáomai, que precisamente significa procurar, conseguir, lograr. Decir de algo que es euekkartéreton supone decir que es fácil de soportar, del verbo  ekkarteréo, que quiere decir sufrir, sobrellevar. 


Según Epicuro los bienes están al alcance de nuestra mano, delante de nosotros, y los males no son tan malos que no podamos soportarlos, pues como dice el refrán "no hay mal que cien años dure", pero  también  "no hay mal que por bien (en realidad, para bien)  no venga", lo que viene a mostrarnos lo relativas que son nuestras categorías morales 




Los dos grandes miedos contra los que lucha el epicureísmo, porque son los que envenenan la vida haciéndola imposible, son la religión y la muerte. Epicuro no niega la existencia de Dios o de los dioses, afirma simplemente que, si existen,  no se ocupan de los hombres. 


En cuanto a la muerte, es célebre la sentencia que escribió en su carta a Meneceo, donde establece que nosotros y la muerte somos incompatibles: El más aterrador, por tanto, de los males, la muerte, nada es para nosotros, por cuanto mientras nosotros estamos, la muerte no está presente;  y cuando la muerte esté presente, entonces nosotros no estaremos. Por tanto, ni para los que están vivos es,  ni para los que han muerto, por cuanto para unos no está, y los otros ya no están ellos. (Traducción de Luis -Andrés Bredlow).


 

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