lunes, 27 de junio de 2016

Algunas etimologías

EMOTICONOS: Uno, que siempre ha tenido vocación iconoclasta y aun más,  ideoclasta, y que es amigo por lo tanto no de dar una imagen rompedora, como se dice ahora, sino de romper todas las imágenes habidas y por haber esencialmente falsas todas ellas como son y, además, falsificadoras de la realidad que pretenden reflejar, uno, decía, no puede por menos ahora de declararse enemigo acérrimo o al menos poco amigo de esos engendros que se han dado en llamar emoticonos. 

No sé quién inventó este horrísono palabro, un neologismo que es mezcolanza del latín EMOTIO, acción de e-mouere, vía inglés "emotion",  y el griego "icono", o sea imagen, es decir imágenens emotivas que expresan estados de ánimo. Al parecer eran en su origen caretos que reflejaban emociones bastante básicas y primarias como la alegría y la tristeza o el amor y el odio. Volvemos, pues, a la escritura ideográfica, abandonando el registro alfabético que debemos a fenicios en primer lugar, y a griegos y romanos en segunda y no menos importante instancia.

El humorista chileno Alberto Montt describe así esta vuelta a la escritura jeroglífica en una de sus últimas viñetas.


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LO FATAL: El hado (o los hados, si se prefiere decir en plural) es el nombre antiguo del destino. El expediente de la etimología puede ayudarnos a descubrir algo de su significado. Lo primero que surge de la investigación por vía etimológica es que la palabra latina FATVM se relaciona con FARI (hablar), FABVLA y el verbo FABVLARI, INFANS, INFANDVS, NEFANDVS, AFFABILIS, FAMA, INFAMIS... Al castellano nos han llegado así inefable, hada (femenino de hado), prefacio, y enfadar, propiamente entregarse a la fatalidad, al aburrimiento que provoca hacer algo que ya está hecho, planificado, que ya se sabe en qué consiste antes de hacerlo.

Es decir, está relacionado con una raíz indoeuropea *bhā- que evoluciona en griego ático a phee-, con el significado de decir, hablar... De ahí proceden algunos términos como afasia, disfasia, blasfemar, y por intermedio latino lastimar... En griego, con vocalismo o y sufijo -nā tenemos phoo-née, el nombre de la voz, el sonido. De este término vienen al castellano voces como: fonema, fonética, afonía, cacofonía, estereofonía, sinfonía, telefonía... 
 
Nos encontramos, pues, con que lo “fatal” es lo que ha sido dicho, lo que está dicho, lo que ya se sabe antes de que suceda o también lo que va a suceder porque se ha dicho que va a suceder y por el simple hecho de decirlo ya está sucediendo de alguna manera. De ahí procede la expresión latina FATA SIBYLLINA: los oráculos de la Sibila.

Como personificación FATA son las Parcas o hadas del destino. Resultan curiosas las expresiones FATO FVNCTVS: que ha cumplido su destino, que ha muerto, fallecido, y FATO CEDERE/OBIRE ceder/ir al encuentro de lo dicho, que significa morir. Resulta curioso, decía, cómo se equipara el sino con la muerte: aquello que nos ha sido prometido a todos es que, efectivamente, vamos a morir: ése es, pues, nuestro destino irremediable. Moriremos: morir hemos, hemos de morir: vamos a morir. Una de las imágenes más relacionadas con las Parcas es precisamente la de la muerte.

Identificadas con las Moiras griegas, se dice de estas hadas no muy benignas  que cada una preside uno de los acontecimientos más importantes en la vida del ser humano. Así una de las hermanas, Átropo, preside el nacimiento hilando el hilo de la vida humana, Clotó lo enrolla en el ovillo, patrocinando el matrimonio y la reproducción, y la tercera hilandera, Láquesis, la muerte, cortando el hilo cuando la correspondiente existencia llega a su término. 

 Átropos o Las Parcas, Francisco de Goya 1819-1823

Si nuestro FATVM es la muerte, también se puede dar la vuelta a la frase y decirlo del revés: la muerte de una cosa es el FATVM, o sea, el hecho de que se diga con palabras, que se sepa, que se convierta en idea. La idea es, pues, la muerte de la cosa... de lo que se podría deducir también que la muerte no es más que una idea, por otra parte. Lo fatal es, por consiguiente, que se sepa una cosa (porque ya está dicha) antes de haberla experimentado, y por mucha experiencia que tengamos de la vida de lo que no podemos tener ninguna experiencia es, desde luego, de nuestra propia muerte.

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MAGISTER (en este caso Noam Chomsky)  DIXIT: 


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UN POCO DE MÚSICA: Os dejo con una simpática versión moderna de la preciosa suite número 1 en G para violonchelo de Bach, interpretada con un acompañamiento extraordinario de ocho chelos, en lugar de uno. Que la disfrutéis.



sábado, 25 de junio de 2016

Minima maxima

CARPITE POMA: Una variante del CARPE DIEM horaciano podría ser este CARPITE POMA (coged los frutos) de Ovidio. Así dice el verso 576 del libro  III de El arte de amar.


 QVAE FVGIVNT, CELERI    CARPITE POMA MANV. 
(Ovidio, Ars amandi III 576)
Mano a los frutos echad    pronto, que al vuelo se van. (Traducción de J.M. Rodríguez Tobal)

Traducciones alternativas propias:
Mano a los frutos meted     pronta, a perder que se van.
 Con rauda mano coged     fruto que va a caducar.
Frutos tomad con veloz    mano,  que pronto se van.
Frutos coged, que se van    rápidamente a perder. 

De este pentámetro de Ovidio tenemos un eco en el soneto aquel de Garcilaso: “coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto”.  
 
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DE LO QUE SÓCRATES LE DIJO A ANTIFONTE



-Antifonte, entre nosotros se considera que la belleza de la juventud y la sabiduría es posible tratarlas  de manera honrosa o vergonzosa. Pues si uno vende la belleza de su juventud por dinero a quien la quiera, a ese lo llaman prostituto, pero si alguien se hace amigo de aquel que ha conocido que es un amante bueno y honrado, a ese lo consideramos sensato.



Y así también la sabiduría, a los que la venden por dinero al que la quiera los llaman intelectuales*, como quien dice prostitutos; en cambio, si alguien se hace amigo de quien sabe que es de buen natural enseñándole lo que tenga de bueno, consideramos que ese hace lo que corresponde a un ciudadano bueno y decente.
*NOTA BENE: Estos intelectuales de los que habla Sócrates eran los célebres sofistas o profesionales de la inteligencia, los maestros y profesores de entonces, los divulgadores de la ciencia entre el gran público. Daban clases particulares y cursos de conferencias por los que cobraban una tarifa. Se cuenta que Sócrates pagó una dracma por asistir a una conferencia de Pródico, pero no pudo costear las cincuenta de la matrícula de un curso monográfico sobre sinonimia. Frente a los sofistas o profesionales, que cobran un sueldo por hacer lo que hacen, los filósofos hacen lo mismo pero  gratis et amore, por la gracia y el amor de hacerlo, no por dinero.  

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BYUNGCHULHANIA

-Del Narciso posmoderno:   El homo digitalis del siglo XXI no es gregario, sino que vive esencialmente aislado. Se manifiesta en la red de manera anónima, pero tiene un perfil que se esfuerza por optimizar constantemente. Su condena: labrarse su personalidad virtual, enamorado que está como Narciso de su propia imagen reflejada en los medios. Sufre un grave trastorno narcisista, y la depresión de hundirse y ahogarse en el pozo sin fondo de sí mismo. El espacio virtual funciona como lugar de proyección, donde el individuo de la posmodernidad tardía se relaciona fundamentalmente... consigo mismo. Los “amigos”  de las redes sociales (followers) cumplen la función ante todo, de potenciar la egolatría, al dirigir la atención a un yo que se presenta como mercancía al consumidor. Los tuites y retuites (tweets) son los trinos desesperados del pájaro prisionero en su jaula virtual. No son voces, sino ecos en todo caso. Su monótono mensaje se reduce, al fin y al cabo, al pío pío de los gustos (likes) y opiniones personales más anodinos e insustanciales dentro de la oferta del mercado y el consumo: “yo, yo, yo...".

-De Byung-Chul Han citando a Emmanuel Lévinas:


-De digitalibus mediis. Los medios digitales de comunicación nos incomunican al imponernos la obligación de comunicarnos precisamente, por lo que nos alejan cada vez más de nuestros semejantes, de los otros, de los demás. Los teléfonos inteligentes prometen más libertad, pero de esa promesa surge una coacción fatal: la de la comunicación. Hoy ya no somos sólo receptores y consumidores pasivos de información, sino emisores y productores activos a la vez, lo que incrementa la cantidad cancerígena hasta la saturación de informaciones intrascendentes que pululan en las redes sociales donde no hay peces que naden libremente, sino pescados atrapados en sus propias redes narcisistas.

-Non multitudo, sed solitudo. Frente al renovado sueño optimista y comunista de Hardt y Negri, no se puede decir como creen ellos,  que el sujeto revolucionario actual sea la multitud, porque tanto esta como los individuos que la componen son esencialmente conservadores: no hay MULTITUDO, sino SOLITUDO. 

-Del Panóptico de Jeremy Bentham: 



No hay carcelero que vigile a los presidiarios dispuestos en círculo en torno a la torre de control central. Ya nos vigilamos los unos a los otros mirando la pantalla del móvil. La red, como panóptico electrónico que es, nos arroja al exhibicionismo y al voyeurismo... de nosotros mismos.


-Del respeto y la falta de respeto: Respeto significa volverse (re-) a mirar (-spectare): el respeto presupone una mirada distanciada. La distancia es precisamente lo que distingue el simple "spectare" de la sociedad del espectáculo actual con el más distanciado "re-spectare" o respetar. Una vez desaparecida la distancia, se produce la falta de respeto. Las redes sociales son irrespetuosas porque eliminan las distancias: exhiben lo privado, privatizan la comunicación. Fomentan un voyeurismo exhibicionista y un exhibicionismo voyeurista.

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¿QUIÉN ES LIBRE? 
 
(Esquilo, ,Prometeo encadenado 50)
Pues libre no hay ninguno salvo el propio Zeus.
Versión libérrima: Pues libre no hay ni Dios.

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DE LA MUSIQUE AVANT TOUTE CHOSE


Os dejo con la música de Eleni Caraíndru, la compositora griega de la mayoría de las bandas sonoras de las películas del llorado Teo Angelópulos, y con algunas poderosas y bellas imágenes de la trilogía La pradera que llora de este aclamado director que ha sabido como nadie transmitirnos una imagen de Grecia alejada de los típicos tópicos. Tanto la una como el otro, cada cual en lo suyo, son dos de los grandes maestros contemporáneos que ha dado Grecia al mundo. 
 

miércoles, 22 de junio de 2016

Cursum perficio

Cada vez que llega a su fin un cuso académico,  no está de más hacer alguna consideración siquiera etimológica sobre lo que es un curso escolar, aprovechando el silencio obligado y realmente educativo que se decreta en las aulas y por los pasillos durante el verano. La palabra "curso" es sinónima de "carrera" y de "recorrido", de ahí el transcurso o correr del tiempo, y el curso de un río o el discurso más prosaico de un político, que se reduce a leer lo que está escrito y a no decir nada que no se haya dicho ya. 

Los romanos llamaban a la carrera política la carrera de los honores. El "cursus honorum" era, en efecto, la sucesión de cargos públicos (cuestor, edil, pretor...)  por los que pasaba un político romano hasta llegar al consulado y a la jubilación en el senado. Muchos eran los que empezaban esa carrera pero sólo unos pocos los elegidos democráticamente que llegaban a la meta. Estos cargos públicos eran honoríficos, es decir, reportaban honor exclusivamente, lo que no es poco, pero nunca dinero, porque la honorabilidad no se retribuía económicamente, reñida como está con el vil metal.

Hemos llegado a un nuevo fin de curso, una vez más,  con la inmensa alegría y la no pequeña tristeza que eso supone, sentimientos contradictorios que se dan a la par. El curso escolar es una metáfora de una carrera competitiva con una salida y una meta de llegada, con un principio y un final, que se repite todos los años. ¡Lástima que sea siempre así! ¡Qué pena que todos los años tenga que empezar un nuevo curso escolar más viejo que el catarro, una nueva carrera siempre igual!  ¿No sería más deseable, pregunto yo, que no hubiera ninguna carrera ni ninguna competición, ningún camino previamente establecido que recorrer, ya que, como dijo el poeta, "caminante, no hay camino, / se hace camino al andar", que no hubiera ningún principio ni final, ya que el aprendizaje -o desaprendizaje, mejor dicho: siempre nos desprendemos de alguna idea o prejuicio mal inculcados y aprendidos- es un proceso que dura toda la vida? No olvidemos que la escuela (la scholé de los griegos o el ludus de los romanos) era el ocio, es decir la actividad que no se sometía al negocio del trabajo ni al de las vacaciones complementarias, que sólo sirven para justificación del trabajo. No olvidemos tampoco que el curso verdadero de nuestra vida, el verdadero curriculum uitae no tiene principio ni fin, por lo que no hay ni puede haber apertura ni fin de curso que valga.

Aquí os pongo, sin embargo, para celebrar con la alegría y la tristeza que merece este fin de curso al que estamos asistiendo, real como es pero falso esencialmente,  porque la vida sigue,  el "cursum perficio" de Enya, cuya letra en latín dice así:

Cursum perficio.
Verbum sapienti...
  Quo plus habent, eo plus cupiunt.
Post nubila, Phoebus.
Aeternum



Finalizo mi viaje
(ó concluyo el curso, ó acabo la carrera).
A buen entendedor,  pocas palabras.
Cuanto más tienen, tanto más quieren.
  Después de las nubes, el Sol.
Eternamente.

La letra, como podéis comprobar, no tiene mucha coherencia  interna, aunque resulta sugerente: es una repetición de máximas como "uerbum sapienti (sat est)", que quiere decir, una palabra (es suficiente) para el sabio, o sea, a buen entendedor pocas palabras bastan.  "Post nubila Phoebus": Después de las nubes, Apolo (o sea, Febo, es decir, el Sol), para indicar que después de la tormenta llega siempre la calma. Otro de los proverbios que repite Enya es "Quo plus habent, eo plus cupiunt" cuanto más tienen, tanto más desean. Y el lema que da título a la canción "cursum perficio": acabo el curso, concluyo mi carrera, mi viaje termina aquí. 

Era por cierto esta inscripción latina “Cursum perficio” la que se leía a la entrada de la pequeña casa que la actriz Marilyn Monroe tenía en Los Ángeles, su única propiedad, donde terminó el viaje de su vida en agosto del año 1962.


Buscando el origen de esa expresión, encuentro que “cursum perficio” es el lema del clan escocés de los Hunter, "cazador", un apellido muy común en Escocia y muy extendido también por el universo mundo. El escudo representa a un galgo sentado correctamente sobre sus cuartos traseros, con una antigua corona a modo de collar en el cuello. El lema latino podría estar basado en una frase de san Pablo con la que el apóstol resume su vida, concretamente en una carta a Timoteo, que reza literalmente: "Bonum certamen certaui, cursum consummaui, fidem seruaui", lo que quiere decir:  He librado un buen combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Lógicamente no es una cita literal, dado que el apóstol dice "he consumado mi carrera", y utiliza un pretérito perfecto, y nuestro lema usa el presente, pero el significado de ambos verbos latinos viene a ser muy parecido. La influencia y difusión de la Vulgata fue sin duda muy grande en toda Europa durante la Edad Media, lo que podría explicar el origen cristiano -concretamente paulino- del lema de los Hunter.

Leyendo posteriormente a Séneca encuentro esta cita de Virgilio (Eneida, IV, 653) que veo ahora que también puede relacionarse  con el lema que nos ocupa: Vixi et, quem dederat cursum Fortuna, peregi. (He vivido y carrera acabé que Fortuna me diera), las últimas palabras de Dido poco antes de quitarse la vida, donde aparece la fórmula cursum peregi: he completado mi carrera.

jueves, 16 de junio de 2016

Spoiler alert!

Espoilear (sic): Se ha (im)puesto de moda entre nosotros este anglicismo -innecesario como la mayoría. Cuando alguien nos revela el final de una película que no hemos visto -rara vez de una novela, porque cada vez se lee desgraciadamente menos-, nos dicen los que están más "in" a los que estamos más "out" que nos está haciendo un espoiler o que nos están espoileando. Hasta ahora se oía en castellano: "No me revientes (o destapes, o destripes) el final..." Pero ahora se ha (im)puesto de moda esta gilipollez de "espoilear". Veamos un poco por qué.


El verbo to spoil significa en inglés arruinar, echar a perder, estropear... Curiosamente también mimar, consentir, complacer..., tal vez por aquello de que mimar excesivamente a un niño echa a perder irremediablemente para toda la vida a la criatura... Con el sufijo de agente -er, spoiler sería el realizador de esa acción: el estropeador, el arruinador, el destrozador, el devastador... Como sustantivo y en plural, spoils significa también "botín", "despojos", que es a donde yo quiero ir a parar.

El verbo latino SPOLIARE que significaba en principio despojar de la piel a un animal del que se ha hecho presa,  después despojar a un enemigo para obtener botín de guerra,  evolucionó a ESPOLIAR por la vía culta en castellano (y a spolier en francés, donde en registro culterano quiere decir despojar a alguien por la fuerza, con engaño o abuso de poder privándole de algo que le pertenecía; y a spogliare en italiano, con el significado más genérico de "desnudar": spogliatoio es el vestuario en italiano; para nosotros el lugar de vestirse, para ellos el de desvestirse, depende del punto de vista). En alemán tenemos el verbo SPOLIIEREN y el sustantivo SPOLIEN.

La RAE define el espolio como botín del vencedor, pero nos advierte de que se usa poco y se prefieren las formas expolio y expoliar, que proceden del compuesto EX-SPOLIARE, que propiamente quiere decir "despojar con violencia o con iniquidad". El prefijo EX- antepuesto a la raíz verbal modifica ligeramente su significado en el sentido de "de dentro afuera, exhaustivamente". La palabra "despojar" que utilizamos para definir EXPOLIAR es una evolución de ese mismo verbo SPOLIARE con otro prefijo latino DE, que indica "de arriba abajo". DE-SPOLIARE, que tras sufrir la apócope de la -e final del infinitivo experimenta también la palatalización de grupo -LI- más vocal -yod segunda- que hace que en castellano pase a /-x-/, lo que se escribe: despojar. De este verbo procede también, con el mismo significado, el francés dépouiller, que allá por el siglo XII era despoiller.

Es más que probable que el antiguo francés espoillier, derivado de SPOLIARE,  pasara al inglés medieval spoilen y de ahí al inglés moderno  to spoil, y que de ahí nos venga ahora este anglicismo que españolizamos enseguida anteponiéndole una e- y un sufijo verbal -ear de la primera conjugación como espamear(sic) y estalquear  entre otros anglopijismos.

 

A mí personalmente no me incordian demasiado los spoilers, dicho a lo anglopijo. Hay gente que se enfada mucho cuando le destripan el desenlace de algo, como si lo único que importara fuera el resultado, y no el desarrollo o el proceso; como si una vez que conociéramos el final de una historia, dejara de interesarnos esta y la forma de contarla, como si el fin fuera lo único importante. Es la misma gente que nunca disfruta de un viaje, porque lo único que le interesa es llegar al destino cuanto antes...

Por poner un ejemplo de un partido de fútbol: sólo una vez que yo recuerde me he sentado delante de la pantalla estupefaciente de un televisor a ver un partido de balompié -no recuerdo ya ni quiénes jugaban- pero puedo decir que el resultado me decepcionó totalmente porque ganaron los que peor habían jugado, y no sólo según mi opinión, que poco vale la de un lego como yo, sino la de los que vieron el partido conmigo, como reconocieron, mucho más avezados en la monarquía del deporte rey. Me gustó mucho cómo jugó el equipo que perdió porque había dominado el balón durante todo el juego, y habían merecido ganar por eso mismo, pero eso es independiente del resultado del partido, que fue 1-0 a favor del equipo que peor había jugado.  Desde entonces no me interesa el fútbol ni lo más mínimo. 

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Una viñeta bastante antigua de Chumy Chúmez que algún antepasado mío guardó una vez y que ahora yo desempolvo como un homenaje a Bécquer, el poeta romántico, y a la inmensa minoría -nunca mayoría absoluta- de los que están vivos,  a los que otro poeta, Juan Ramón, dedicó su obra.


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Casi nadie se cuestiona la escolarización obligatoria. Hay algunos, incluso, que quieren ampliar ese nuevo servicio militar obligatorio que es la ESO española (Educación -y no Enseñanza- Secundaria Obligatoria) de los dieciséis actuales hasta los dieciocho años de la mayoría de edad legal.

La enseñanza comenzó siendo obligatoria hasta los diez años, luego hasta los catorce, ahora lo es hasta los dieciséis, y parece que finalmente quieren imponerla hasta los dieciocho; obligatoria, por imperativo legal, desde los seis años de edad, pero en la práctica ya hay parvulario desde los tres años; y quieren lograr la escolarización por abajo desde los “cero” años, con lo cual se va a convertir el sistema educativo español, si no lo es ya, que ya lo es, en un Kindergarten o guardería tutelada de menores donde los padres depositan a sus hijos bajo custodia del Estado porque no pueden ocuparse de ellos.

¿Y qué hemos sacado en claro? Aumento cuantitativo de los estudiantes, descenso cualitativo de las enseñanzas, grandes rebajas de los contenidos de los programas y las exigencias mínimas, con lo que la incultura y la práctica analfabetización tanto en ciencias como en letras de las nuevas generaciones españolas es general, salvo rarísimas excepciones que se producen a pesar del propio sistema educativo. Ese es el logro social que querían conseguir, y que ya han conseguido: una nuevas generaciones acríticas, sumisas, visceralmente incultas, fieles contribuyentes a Hacienda, que dicen que somos todos, unos demócratas que pueden votar a los unos o a los otros, a diestro y siniestro, da igual, o sea, unos seres que creen que son libres, y que lo único que hacen es lo que está mandado.

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Una duda existencial. -Eurípides, el poeta trágico griego, ha formulado una pregunta para la eternidad que ha sembrado la duda y el escepticismo, que nos obliga a poner en tela de juicio todas nuestras creencias: “Pero ¿quién sabe si el vivir no es morir, / y es morir lo que la gente cree que es vivir?”


 

martes, 14 de junio de 2016

Disiecta membra

Lo que Hélena le dijo a Paris.- Pocos poetas como Ovidio han sabido prestarle su voz al sexo femenino. Aquí la legendaria reina Hélena de Troya le ruega a Paris que haga el amor y no la guerra, que se olvide del combate, algo que hoy resulta muy trivial pero que no lo era tanto en la antigüedad, donde prevalecía el ideal viril heroico  y beligerante. Los versos -un dístico elegíaco de hexámetro y pentámetro dactílicos-  son el 255 y 256 de la la Heroida 17, que es una tierna epístola amorosa de la amada a su bienamado príncipe.

Helena y Paris, detalle, Slava Fokk (1976-...)

Más apropiado resulta tu cuerpo a Venus que a Marte.*
Vaya el fuerte a luchar;        tú haz, Paris, siempre el amor.

(O bien: *Más apropiado resulta tu cuerpo al amor que a la guerra)

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¿Democracia electiva? Ahora que se acercan las elecciones españolas -otra vez-, conviene recordar lo que pensaban los griegos del sistema electoral.  Pedro Olalla en su libro Grecia en el aire (Barcelona, mayo 2015) escribe que hoy día nadie se plantea cubrir por sorteo los puestos de responsabilidad política o cargos públicos como se hacía en la Atenas democrática de Pericles (y como se hace, digo yo, en muchas comunidades de vecinos), pero resulta que filósofos de la talla de Platón y Aristóteles sostuvieron que eso era lo más democrático. Es más, Aristóteles llegó a decir que el sorteo crea democracia, mientras que la elección genera oligarquía (el gobierno -arquía-  de unos pocos -oligo-, los representantes, sobre la mayoría de sus representados).

"Y afirmo, por ejemplo, que parece ser democrático que los cargos se den por sorteo, y oligárquico que por elección" (Aristóteles, Política, 1294b 8ss).

Dice Pedro Olalla comparando la democracia directa ateniense con las pseudodemocracias parlamentarias actuales: "Entonces no existía la oposición entre gobierno y ciudadanos: los ciudadanos eran el gobierno. El último poder de decisión no estaba en representantes o líderes, sino en el conjunto de los ciudadanos. No existían partidos con estructuras jerárquicas, listas cerradas, disciplinas de voto y hombres de paja al servicio de intereses; existía una amplia asasmblea sin sitio para marionetas y encargada de definir constantemente el bien común. Entonces no había profesionalización de la política (...). Entonces no había elecciones cada cuatro años y referenda (sic) escasos y no vinculantes, sino una implicación continua del pueblo en la toma de decisiones" (pág. 180).   

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La peor clase de ignorancia (V.O.S. Platón,  El sofista 229c) Asistamos a una breve escena del interesante diálogo entre el extranjero venido de Elea, la patria de Zenón, y Teeteto, alumno del matemático Teodoro de Cirene. La filosofía, como la banda sonora del cine, hay que escucharla en versión original. En primer lugar, en griego clásico; debajo, con subtítulos en español oficial contemporáneo.

EXTRANJERO. -Me parece por cierto ver clara una gran y terrible especie de ignorancia, equivalente a todas las demás por sí misma.
TEETETO.- ¿Cuál es?
EXTRANJERO.- El creer que sabemos algo que no sabemos; por esto es probable que en nosotros surjan los errores todos con los que nos engaña el pensamiento

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Os dejo con un minuto y medio de música sublime. Se trata del maravilloso dueto de las flores de la ópera francesa Lakmé de Léo Delibes:

sábado, 11 de junio de 2016

Exámenes

Publica El Roto la siguiente viñeta en El País el 10 de junio de 2016, coincidiendo con el fin de la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad)  madrileña y con los exámenes de fin de curso. Se trata de una reflexión pedagógica donde las haya sobre la existencia de los exámenes en general: "Los llaman exámenes, pero se trata de saber si agachamos bien la cabeza". Lo dice una estudiante que, a diferencia de sus compañeros,  que mantienen las cabezas gachas sobre los pupitres en actitud de escribientes, muestra su perfil altivo y sus cabellos anaranjados -única concesión que el dibujante hace al color-, y no escribe, formula lo que los demás seguramente piensan pero no se atreven a decir, ocupados como están en  su examinación.


Si analizamos la etimología de la palabra EXAMEN, vemos que procede en su origen de *EXAGMEN y que está compuesta de tres elementos: un prefijo EX- que indica salida, movimiento del interior hacia el exterior, la raíz verbal AG- del verbo AGO, que quiere decir "llevar, conducir, hacer", cuya consonante desaparece al asimilarse a la siguiente y simplificarse, y el sufijo -MEN que indica instrumento, medio o resultado de la acción verbal. Este sufijo lo tenemos presente en certamen, dictamen, régimen, crimen, semen, volumen, germen, espécimen, etc. El significado etimológico de EXA(G)MEN sería "resultado de hacer salir algo", y, de ahí, comprobación, investigación... Lo curioso de esta palabra es que ha evolucionado en castellano a ENJAMBRE, y nos recuerda a las abejas que salen en tropel con su reina a formar una colonia. En latín significaba multitud, tropa, bandada, muchedumbre de animales (y de ahí el enjambre) o de personas, pero era también el nombre de la aguja o fiel de la balanza, por lo que sugiere la acción de pesar y de controlar. 

 Ilustración tomada del Orbis Pictus Latinus de Hermann Koller

Virgilio en la Eneida XII, 725, nos presenta al propio dios Júpiter sosteniendo los dos platos de una simbólica balanza: "Iuppiter ipse duas aequato examine lances / sustinet", sopesando la suerte de los dos héroes en la batalla "aequato examine", es decir, equilibrado el fiel.

El verbo *EX-AG-E-RE, del que deriva el sustantivo en cuestión EXAMEN, sufrió ya en latín apofonía vocálica y pasó a EX-IG-E-RE, y de ahí desembocó en nuestro "exigir"; y por otra parte, su participio de perfecto EX-AC-TUS, con ensordecimiento de la oclusiva gutural sonora G, ante -T, es el origen de nuestro "exacto", por lo que cabe ampliar el campo semántico del examen incluyendo la exigencia y la exactitud etimológicas. 


Se considera que el examen es algo inherente al sistema de enseñanza y fundamental, y que una clase de estudiantes debe ser examinada para valorar si ha adquirido los conocimientos necesarios. Pero un estudio sobre la historia de los exámenes demuestra lo falso que es esto. El examen es un instrumento creado por la burocracia china imperial para seleccionar a miembros de las castas inferiores, como recoge M. Weber en Economía y Sociedad:  «Para eludir la constante amenaza de apropiación de cargos, impedir la formación de clientela y la de monopolios de notables, el poder patrimonial de la China imperial tomó estas medidas: nombramientos a corto plazo, exclusión de cargo donde el funcionario tenía parientes, vigilancia mediante espías, agregando, por primera vez en la historia, la exigencia de exámenes.»  Hay constancia de que en Occidente, antes de la Edad Media, no hubo un sistema de exámenes ligado a la práctica docente, por lo que ni en la Grecia ni en la Roma clásicas hubo exámenes jamás.




Parece ser que el primer país del mundo, en efecto,  que implantó un sistema de exámenes nacionales fue la antigua China, llamado examen imperial, en concreto en el año 605 d. de C.. El propósito de estos exámenes era seleccionar candidatos para desempeñar puestos específicos de gobierno, es decir,  una especie de modernas oposiciones a funcionario de Estado. El examen imperial fue abolido en 1905 por la dinastía Qing. Inglaterra, siguiendo el modelo chino, adoptó el sistema de examinación en 1806, y a partir de entonces se extendió a otros lugares del mundo y se convirtió en la plaga pedagógica que hoy padecemos.  

¿De dónde vienen las notas que nos han puesto como estudiantes y que los profesores tenemos la obligación de asignar a nuestros alumnos? La asignación de calificaciones del trabajo escolar es una herencia de finales  del siglo XVIII, que seguimos padeciendo en el XXI. ¿Hay algo más básico en la enseñanza que hacer exámenes y poner notas? Nos parece algo tan normal y habitual que seguramente nunca nos hemos parado a pensar si esto ha sido así siempre, y, si no ha sido siempre así, ¿quién inventó los exámenes y las notas? La primera calificación de unos exámenes de estudiantes de la que tengo noticia se produjo en la Universidad de Cambridge en 1792, por sugerencia de un tutor llamado William Farish.

El procedimiento de reclamación contra la calificación de un profesor no cuestiona para nada la existencia de los exámenes en sí mismos, sino la adecuada aplicación práctica de los criterios de corrección y evaluación. Por otra parte, las notas se han convertido en un instrumento por parte de las autoridades académicas e inspección educativa para evaluar y controlar a los propios profesores, como muestra la conocida viñeta de Emmanuel Chaunu, originalmente en francés,  en que unos padres piden explicaciones por el elevado número de suspensos de su hijo no a la propia criatura sino a la profesora.


Siempre me ha resultado sorprendente que los estudiantes no se planteen ninguna huelga contra los exámenes -la más justa que pueden hacer-, y que cuando hacen una por cualquier otra razón como la subida de las tasas universitarias, la protesta contra la ley educativa de turno o contra los recortes ministeriales o la reivindicación que toque en ese momento,  respeten religiosamente la realización de los exámenes: faltan a las clases, pero nunca a los exámenes.

jueves, 9 de junio de 2016

¿Se acabó la pantomima?

Si buscamos los antecedentes clásicos de referencia a figuras del cine mudo como el entrañable Charlot, creación de Charles Chaplin,  o Buster Keaton, o ya mimos propiamente dichos, como el inolvidable Marcel Marceau, que dio vida a su célebre personaje Bip y que tanto debe a los anteriores, debemos remontarnos a la Roma clásica,  al año 22 a. de C., cuando hicieron su aparición en escena los pantomimos Pílades de Cilicia y Batilo de Alejandría. La pantomima se convirtió a partir de entonces en una parte esencial de las representaciones teatrales. 

 Marcel Marceau (1923-2007)

La pantomima (del griego panto todo, y mima imitación) fue, dentro del teatro romano de época imperial, un género bastante popular. La pantomima prescindía de la palabra, que se sustituía por la mímica. Se trata, pues, de una expresión teatral que recurre de manera exclusiva o preferente a los gestos y expresiones corporales, en detrimento del lenguaje verbal. El pantomimo, de figura habitualmente atlética y apuesta, vestido con una larga túnica de seda que le permitía libertad de movimientos y cubierto el rostro por una máscara con los labios cerrados, interpretaba piezas trágicas o cómicas mediante gestos y el movimiento de sus manos. 

Un solo bailarín, llamado pantomimo representaba asuntos mitológicos sin hacer uso de la voz. La innovación de Pílades de Cilicia consistió en añadir una orquesta de músicos y un coro. Por lo tanto el pantomimo se veía ahora acompañado de un coro que recitaba o cantaba ocasionalmente un texto y de los músicos, que se situaban con el coro tras él. El bailarín podía desempeñar en una misma pieza hasta cinco papeles diferentes. El poder del bailarín residía en sus pasos, posturas y toda clase de gestos.

De Batilo sabemos que fue liberto, es decir, un esclavo que alcanzó la libertad, del caballero romano Gayo Cilnio Mecenas, que fue tal vez el más íntimo de los amigos de Augusto, intermediario entre el príncipe y escritores de su época como Virgilio y Horacio, integrantes del llamado círculo de Mecenas, a los que protegió, hasta el punto de que su apellido se ha convertido en un nombre común “mecenas” que designa a todos los burgueses o capitalistas que se dedican a subvencionar a los artistas, denominándose “mecenazgo” su protección. 


El poeta satírico Juvenal se refiere a Batilo en un verso de su misógina sátira sexta contra las mujeres “chironomon Ledam molli saltante Bathyllo”, calificándolo de “mollis” blandengue, afeminado: cuando el blandengue de Batilo baila la pantomima de Leda. En el verso de Juvenal destacan dos cosas: la palabra griega "chironomon", que significa "movimiento de las manos o los brazos en cadencia, y por extensión también con las piernas", para referirse a la pantomima;  y que el nombre propio del pantomimo está tomado como nombre común y genérico de bailarín, porque es imposible cronológicamente hablando que Juvenal hubiera conocido a Batilo de Alejandría, el liberto de Mecenas. 

 Cuando el flojo Batilo ejecuta la danza de Leda,
Tucia se mea de gusto, y de gozo Ápula gime...
(Juvenal, VI 63-64)

El artista inglés Aubrey Beardsley (1872-1898), que murió a la temprana edad de 25 años de tuberculosis, realizó en 1896 varios grabados para ilustrar la sexta sátira de Juvenal “Contra las mujeres”. Dos de estos grabados representan a Batilo. Batilo es en Juvenal y en Beardsley la encarnación de un danzarín afeminado, muy admirado por el público romano decadente por sus actuaciones lascivas y sugerentes, especialmente por las damas. En el primer dibujo, Beardsley hace una referencia específica a una actuación de Batilo en la que da vida al personaje mitológico de Leda, la doncella que fue seducida por Júpiter/Zeus bajo la forma de un cisne según el mito clásico.

martes, 7 de junio de 2016

De reyes y leyes

Plinio el Joven alcanzó en el año 100 d. de C. el consulado y pronunció ante el Senado romano un discurso de acción de gracias al emperador Trajano, que ha llegado hasta nosotros. Inaugura así Plinio, con esta pieza oratoria, un nuevo género literario: el panegírico, un discurso en alabanza del jefe del Estado, un elogio desmesurado hasta la hez de la adulación.

La palabra panegírico procede del griego panēgyrikós, formado sobre panēgyris, que significa propiamente asamblea o reunión de todo el pueblo para la celebración de una solemnidad, de donde procede su significado actual de elogio público. El panegírico de Trajano que pronuncia y escribe Plinio el Joven se convertirá en modelo de futuros panegíricos. Desde el punto de vista estilísito, puede afirmarse que es un completo arsenal de figuras retóricas y estilísticas como dice Victor José Herrero Llorente en la introducción a su traducción española: “Abundan la disimetría y la variatio, las imágenes y los epítetos, las braquilogías y las antítesis”.

 Columna trajana, símbolo del poder imperial

Entre los muchos elogios que prodiga Plinio el Joven al emperador Trajano destaca el de que como príncipe que es no está por encima de las leyes, sino que las leyes están por encima de él (LXV): non est princeps supra leges, sed leges supra principem.

En un principio la palabra príncipe=princeps era una abreviación de la expresión princeps senatus: el primero del senado. Así, personajes de la antigua República romana como Escipión son frecuentemente denominados con el título de principes. El mismo Augusto escogió, entre todos, este título para disfrazar el poder absoluto de su monarquía, rehuyendo el ominoso de rex=rey.  Ser príncipe del Senado confería el privilegio de estar inscrito el primero en la lista de los senadores y de votar, por lo tanto, el primero en el Senado. Princeps est qui primum locum capit: Príncipe es el que ocupa el primer lugar.  El principado, fue, pues, el título de la nueva constitución, mezcla de monarquía que no osa decir su nombre y de aristocracia, que guardaba las viejas formas, sólo las formas, republicanas.

 La palabra imperator sólo significa en su origen jefe del ejército y se usaba, según Tácito, para todos los jefes militares victoriosos que hubieran sido aclamados por sus propias tropas. De ahí viene nuestra palabra “emperador” y “emperatriz”, con los sufijos de agente masculino –tor y femenino –trix, que encontramos en ac-tor y ac-trix, y la raíz del verbo “imperare” que en principio quiere decir “mandar, gobernar”.

Como es bien sabido, la inexistencia de responsabilidad política del Jefe del Estado es una característica común de todos los regímenes políticos contemporáneos, ya sean Monarquías, ya Repúblicas. En el caso de los regímenes monárquicos, la falta de responsabilidad es absoluta, llegando a extenderse la irresponsabilidad a los ámbitos civil y penal.


Según el artículo 56.3 de la constitución española de 1978, hoy vigente: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.” No se puede perseguir criminalmente al monarca y, en cuanto se refiere a la responsabilidad civil, no se le puede demandar ante la jurisdicción ordinaria, por lo que, a diferencia de la situación que describe Plinio, aquí y ahora, en nuestra España hodierna,  princeps supra leges est, non leges supra principem: el monarca está por encima de las leyes, no las leyes por encima del monarca.

Esto entra en conflicto con el artículo 14 de la citada constitución,  que reza: Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. La propia constitución se contradice: Todos los españoles no somos iguales ante la ley, el Rey está por encima de ella: rex supra leges est.

domingo, 5 de junio de 2016

Un (falso) dios nos dio esta (falsa) paz

ō Meliboee, deus nōbīs haec ōtia fēcit. 
(Virgilio, Égloga I, 6)


El pastor Títiro, acostado a la sombra de una frondosa haya, ensaya con su flauta una dulce melodía, cuando se le presenta Melibeo que ha sido víctima de la expropiación de tierras decretada por el emperador Augusto. Entran ecos así de la actualidad política en la poesía bucólica virgiliana, que ya no es un simple remedo de la de Teócrito de Siracusa. Augusto había licenciado a muchos legionarios veteranos de las guerras civiles que se establecían como colonos en el norte de Italia, para lo que tuvo que confiscar múltiples tierras, entre ellas las del padre del propio poeta Virgilio.

Es entonces cuando el perezoso Títiro exclama no sin adulación que un dios (pues para él siempre lo será) le ha traído aquellos ocios de los que él disfruta. Pero esa paz de la que él está gozando se ve perturbada por las quejas de Melibeo, que denuncia que no es una paz justa.  El poeta está utilizando la palabra OTIVM en plural -OTIA, un plural poético por razones métricas-, que se contrapone, como se sabe, a NEGOTIVM. No resulta muy errado traducir OTIVM en este y otros contextos como “paz”. Aunque la palabra PAX  puede ser sinónima de OTIVM, esta última conlleva también los significados secundarios de “descanso”, “tranquilidad”, “ociosidad”, "alejamiento del foro y de la política" que hacen que entendamos esa paz como relativa, como una paz armada -si uis pacem, para bellum-, como una guerra "fría" o de baja intensidad, una paz alimentada por la amenaza siempre latente de la guerra. La paz no es sólo ausencia de guerra. Con este nombre, a menudo se alude a otra realidad. Como sugiere Tácito en otro lugar,  miseram seruitutem falso pacem (uocant),  llaman paz sin razón a una miserable servidumbre.


El barón Carl von Clausewitz sentenciará, varios siglos después de Virgilio y de Augusto, que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Dándole la vuela a la frase, podemos afirmar sin mucho escándalo que la política (y la paz) es la continuación de la guerra por otros medios ("pacíficos").

 
  Versión jazzística del "Tityre tu patulae recubans sub tegmine fagi"

Suenan aquí, también, los primeros ecos de la adulación de los poetas del círculo de Mecenas al emperador, que aún no había sido divinizado, aunque sí su padre adoptivo el divino Julio César, por lo que él era el hijo de un dios,  justificándose así la imposición de una línea dinástica de origen celestial.
 
Virgilio vivió la llamada pax Augustea que puso término a las sangrientas guerras civiles que habían padecido los romanos como colofón de la República, unas guerras en las que el propio Augusto había participado y de las que era en parte buen responsable. Su sensibilidad de poeta le hace percibir a Virgilio el sordo clamor de la guerra que late en el seno de esa paz. De alguna manera, Virgilio sugiere que la pax de Augusto que a él le ha tocado vivir es una máscara del bellum, otro nombre de la guerra; y que, por lo tanto, el emperador Augusto no es sino la encarnación más perfecta que podía darse del dios Marte armipotente, el señor de los ejércitos, un Mars pacifer, es decir, un dios de la guerra que trae una falsa paz.

Versión clásica

viernes, 3 de junio de 2016

¿Resurrección? No, gracias.

La Pascua ortodoxa es una de las festividades religiosas más importantes de Grecia. En ella se celebra la resurrección periódicamente anual de Cristo y la llegada de la primavera, con el paso del invierno al buen tiempo. 

Según parece, la palabra "pascua", procedente del latín PASCHA, deriva, por conducto griego, de la hebrea "pesach", que significa "paso". La fiesta conmemoraba la liberación del pueblo judío del dominio egipcio y su tránsito por el mar Rojo hacia la tierra prometida, según relata la Biblia. En castellano la palabra se alteró al confundirse con PASCUA, que era el plural latino de PASCUUM, y propiamente se refería al alimento de los animales, el pasto. La identificación se debe a que al llegar la pascua terminaba el ayuno cuaresmal.



La iglesia ortodoxa griega, en lugar de centrarse en la pasión y muerte de Cristo como hace la católica, concede mayor importancia a la resurrección, por lo que es habitual felicitarse la Pascua tanto oralmente como por escrito y desearse Καλό Πάσχα και Καλή Ανάσταση (caló pásja que calí anástasi; es decir, una feliz pascua y feliz resurrección. La palabra griega para "resurrección" es Ανάσταση, compuesta de Ανά “aná, de nuevo” σταση “stási, postura erguida, acción de estar en pie”.

 
El domingo de resurrección se canta en los oficios religiosos el Χριστός Ανέστη ("Cristo ha resucitado, ha castigado con muerte a la muerte y ha regalado la vida a los que estaban en los sepulcros"), mientras que los fieles se besan. Los días siguientes es frecuente saludarse diciendo Χριστός Ανέστη! (Jristós anésti, Cristo ha resucitado), a lo que se replica Αληθώς Ανέστη! (Alizós anésti, es decir, En verdad ha resucitado).

El humor de Arcás nos trae esta vez una viñeta de una tumba con una inscripción epigráfica que es una declaración jurada. La lápida dice que si existe la resurrección, el declarante expresa su deseo de renunciar a ella y por lo tanto no quiere ser reanimado.

 

miércoles, 1 de junio de 2016

No day shall erase you from the memory of time

    Allí donde se alzaban las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York han abierto el Memorial Museum del 9/11, o sea, del 11/9, ya que nosotros citamos las fechas al revés, en primer lugar el día y después el mes, es decir, el museo del 11 de septiembre (del año 2001). En la llamada Zona Cero, en el hueco donde se erguían los dos rascacielos iguales, han colocado unas placas de bronce negro con los nombres grabados de las casi tres mil víctimas de los atentados.

    Dentro ya del museo puede leerse la siguiente cita de Virgilio en la lengua del Imperio: NO DAY SHALL ERASE YOU FROM THE MEMORY OF TIME: Ningún día os borrará de la memoria del tiempo.


    Me preguntaba yo de dónde habrían sacado ese verso virgiliano, hasta que recordé un pasaje muy célebre del canto noveno de la Eneida, donde dos héroes troyanos, Niso y Euríalo, deciden combatir por su cuenta durante la noche contra los enemigos rútulos.

    Niso, movido por el deseo de emprender una acción ilustre que glorifique y dé un sentido heroico a su vida, le revela a Euríalo su plan de atravesar las líneas contrarias. Los enemigos, borrachos y dormidos, habían bajado la guardia. El joven Euríalo le dice que no lo dejará solo en su arriesgada empresa. Pero Niso no quiere exponer a su joven amigo a tanto riesgo: en caso de morir él, quiere que su compañero le sobreviva. Sin embargo, Euríalo no va a cambiar de parecer.

    Ambos, en la noche, atraviesan el campamento enemigo, matando a todos los que encuentran a su paso. A la llegada del alba, cuando estaban a punto de partir victoriosos con sus despojos, son descubiertos por el resplandor de un casco arrebatado como botín. Los dos se apresuran en su huida. Una patrulla de jinetes, sin embargo, cierra las salidas. Niso logra escapar. Su joven amigo se queda atrás. Niso vuelve sobre sus pasos en su busca. Ve que su compañero dispara su lanza y atraviesa a uno de los enemigos. Otro de ellos desenvaina su espada amenazante.

    Niso sale de la maleza donde se ocultaba y grita: ¡Matadme a mí en vez de a él! El muchacho no tiene la culpa. Yo lo he arrastrado hasta aquí. El único delito de Euríalo es haber querido demasiado a su amigo infeliz.. La espada desnuda y ciega del enemigo no duda a la hora de encontrar su objetivo: se clava traspasando las costillas del blanco pecho adolescente de Euríalo. 

Va hacia la muerte Euríalo, y por sus miembros hermosos
corre la sangre, y su frente se rinde, abatida, en el hombro 
como la vívida flor cuando reja de arado la troncha 
se aja y se muere, o la adormidera, doblado su cuello, 
al agobiarse de lluvia tal vez, agachó su cabeza. 

    Niso, fuera de sí, busca al asesino de su amigo muerto en la flor de la edad, y le hunde la espada en la boca. Pero herido al fin él mismo, cae sobre el cuerpo exánime de su compañero y descansa allí por fin en una plácida muerte. Algunos lectores ven en este relato una amistad varonil muy fuerte, muy sentimental pero muy casta entre ambos héroes; sin embargo, el propio Virgilio no deja lugar a muchas dudas. Se trata de algo más que eso: “his amor unus erat”; es decir, para ellos -es lo que las gramáticas llaman un dativo posesivo- había un único amor, o lo que es lo mismo, tenían un único amor, un amor que los unía. 

    Hay, además, una diferencia de edad considerable. Euríalo no ha afeitado todavía su rostro intonso. Apenas sombreado por la primera pelusa de la adolescencia, no es más que un efebo imberbe. Virgilio destaca, además, su extraordinaria belleza (Euryalus, quo pulchrior alter non fuit Aeneadum: que quiere decir algo así como: Euríalo, más hermoso que el cual no hubo ninguno entre los hombres de Eneas). El uno será insigne por su hermosura y lozana juventud; el otro, por su piadoso cariño al mancebo, puer en latín.

    Niso será el erasta o amante o más propiamente pederasta -no tengamos miedo a las palabras a la hora de llamar a las cosas por su nombre- y Euríalo, el erómeno o amado. Tanto el pederasta como el erómeno están bajo la benévola mirada de Eros, que es un dios, lo mismo que el amante y el amado están bajo la protección de las alas del ángel del amor.

 Fortunati ambo! Si quid mea carmina possunt,
nulla dies umquam memori uos eximet aeuo.

    "Fortunati ambo!" Clama Virgilio: Es decir: afortunados los dos amantes. ¿Por qué los considera el poeta afortunados? Sin duda porque han encontrado la muerte el uno en brazos del otro simultáneamente, una muerte, además, heroica que hará que su fama sobreviva a través de los siglos gracias a los versos inmortales del poeta mientras exista Roma, la ciudad eterna que ellos ayudarán con su muerte a fundar.

    ¡Afortunados los dos! Si pueden algo mis versos, ni un día va a borraros jamás del recuerdo del tiempo. Este último es precisamente el verso virgiliano que se cita en inglés en el Memorial Museum del once de septiembre, el 447 del libro noveno de la Eneida: nulla dies umquam memori uos eximet aeuo: Ni un día va a borraros jamás del tiempo que guarda memoria, que recuerda -eso es lo que quiere decir el adjetivo memori de difícil traducción-; o dicho con otras palabras:  día no va a borraros jamás del vivo recuerdo. 

Niso y Euríalo, Jean-Baptiste Roman, (museo del Louvre, París).