jueves, 9 de junio de 2016

¿Se acabó la pantomima?

Si buscamos los antecedentes clásicos de referencia a figuras del cine mudo como el entrañable Charlot, creación de Charles Chaplin,  o Buster Keaton, o ya mimos propiamente dichos, como el inolvidable Marcel Marceau, que dio vida a su célebre personaje Bip y que tanto debe a los anteriores, debemos remontarnos a la Roma clásica,  al año 22 a. de C., cuando hicieron su aparición en escena los pantomimos Pílades de Cilicia y Batilo de Alejandría. La pantomima se convirtió a partir de entonces en una parte esencial de las representaciones teatrales. 

 Marcel Marceau (1923-2007)

La pantomima (del griego panto todo, y mima imitación) fue, dentro del teatro romano de época imperial, un género bastante popular. La pantomima prescindía de la palabra, que se sustituía por la mímica. Se trata, pues, de una expresión teatral que recurre de manera exclusiva o preferente a los gestos y expresiones corporales, en detrimento del lenguaje verbal. El pantomimo, de figura habitualmente atlética y apuesta, vestido con una larga túnica de seda que le permitía libertad de movimientos y cubierto el rostro por una máscara con los labios cerrados, interpretaba piezas trágicas o cómicas mediante gestos y el movimiento de sus manos. 

Un solo bailarín, llamado pantomimo representaba asuntos mitológicos sin hacer uso de la voz. La innovación de Pílades de Cilicia consistió en añadir una orquesta de músicos y un coro. Por lo tanto el pantomimo se veía ahora acompañado de un coro que recitaba o cantaba ocasionalmente un texto y de los músicos, que se situaban con el coro tras él. El bailarín podía desempeñar en una misma pieza hasta cinco papeles diferentes. El poder del bailarín residía en sus pasos, posturas y toda clase de gestos.

De Batilo sabemos que fue liberto, es decir, un esclavo que alcanzó la libertad, del caballero romano Gayo Cilnio Mecenas, que fue tal vez el más íntimo de los amigos de Augusto, intermediario entre el príncipe y escritores de su época como Virgilio y Horacio, integrantes del llamado círculo de Mecenas, a los que protegió, hasta el punto de que su apellido se ha convertido en un nombre común “mecenas” que designa a todos los burgueses o capitalistas que se dedican a subvencionar a los artistas, denominándose “mecenazgo” su protección. 


El poeta satírico Juvenal se refiere a Batilo en un verso de su misógina sátira sexta contra las mujeres “chironomon Ledam molli saltante Bathyllo”, calificándolo de “mollis” blandengue, afeminado: cuando el blandengue de Batilo baila la pantomima de Leda. En el verso de Juvenal destacan dos cosas: la palabra griega "chironomon", que significa "movimiento de las manos o los brazos en cadencia, y por extensión también con las piernas", para referirse a la pantomima;  y que el nombre propio del pantomimo está tomado como nombre común y genérico de bailarín, porque es imposible cronológicamente hablando que Juvenal hubiera conocido a Batilo de Alejandría, el liberto de Mecenas. 

 Cuando el flojo Batilo ejecuta la danza de Leda,
Tucia se mea de gusto, y de gozo Ápula gime...
(Juvenal, VI 63-64)

El artista inglés Aubrey Beardsley (1872-1898), que murió a la temprana edad de 25 años de tuberculosis, realizó en 1896 varios grabados para ilustrar la sexta sátira de Juvenal “Contra las mujeres”. Dos de estos grabados representan a Batilo. Batilo es en Juvenal y en Beardsley la encarnación de un danzarín afeminado, muy admirado por el público romano decadente por sus actuaciones lascivas y sugerentes, especialmente por las damas. En el primer dibujo, Beardsley hace una referencia específica a una actuación de Batilo en la que da vida al personaje mitológico de Leda, la doncella que fue seducida por Júpiter/Zeus bajo la forma de un cisne según el mito clásico.

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