lunes, 27 de julio de 2015

Del alemán al latín, lenguas que (se) declinan



Aproximadamente un 19% de los alumnos de quinto (=primero de ESO) cursan latín en Francia, frente al 25% que lo hacía en 1996.

Temiendo por su disciplina, latinistas, helenistas y germanistas denuncian una reforma de la enseñanza que se pretende sin embargo igualitaria. 

Esperaba ella que su reforma de la enseñanza pasara como una carta de correos. Error. La ministro de Educación Najat Vallaud-Belkacem (socialista) se enfrenta a una revuelta de las élites. Najat Vallaud-Belkacem se enfrenta  (un poco) a los estudios considerados de excelencia, que garantizan a algunos niños (y a sus padres) que están en «la mejor clase» del colegio. En su reforma presentada a mediados de marzo, la ministro anunció el final en la práctica de las clases bilingües (dos idiomas desde sexto (=sexto de primaria)). Más aún, todos los alumnos se enfrentarán a una segunda lengua en quinto (primero de ESO), y no ya una minoría en sexto, y el grueso de las tropas en cuarto (=segundo de ESO). Cólera negra de los germanófilos – el anterior primer ministro Jean-Marc Ayrault a la cabeza que  temía que su lengua, ya mal de salida, empeore más todavía, mientras que el aprendizaje del chino, por ejemplo, está en un completo auge. 

Esta batalla se suma a otra que apasiona, si no pone histérica, a una parte de los franceses desde hace algunas semanas; el follón sobre el futuro del latín y el griego. Los latinistas temen la muerte de su disciplina. Han vociferado en numerosas tribunas de prensa y peticiones on line:  35 000 firmas en dos de ellas.  La UMP (Unión por un Movimiento Popular, de centroderecha) ha saltado a pies juntillas en la batalla por el aire de la «nivelación por la base», encontrando eco hasta en la Asamblea Nacional.  «Errare humanum est, perseverare diabolicum», exclamó en latín la diputada de la UMP Virginie Duby-Muller un miércoles de primavera. La calle de Grenelle, sede del Ministerio de Educación Nacional francés,  ha soltado lastre haciendo algunas concesiones, pero los latinistas siguen protestando ante la engañifa de la jugarreta del ministerio.

¿Quién cursa latín y griego?

El 19%  de los alumnos de 5º (=primero de ESO) cursa latín en Francia, frente al 25% en 1996. Cuanto más se aumenta en edad y nivel de estudios, más bajan los porcentajes: 15% siguen en tercero (tercero de ESO), a razón de tres horas a la semana. Pero sólo el 5% continúa una vez que están en el instituto. El griego clásico, impartido desde tercero, sólo afecta a muy pocos alumnos: el 1,5% de los terceros y un 1% de los bachilleres. Sumado todo ello, 500 000 alumnos estudian una lengua clásica en la secundaria hoy en Francia.

«Pero eso bien podría ser más», suelta con fogosidad François Martin, vicepresidente de la CNARELA (Coordinadora Nacional de Asociaciones de Enseñantes de Lenguas Antiguas). Profesor desde hace trece años, sostiene que, muy a menudo, los rectorados actúan con desgana a la hora de abrir clases mientras que la demanda está ahí. «Yo he hecho la prueba, como tantos otros. En mi colegio, 40 alumnos de 93 se habían matriculado y sólo fue abierta una clase de 25» Al ser el latín y el griego asignaturas optativas,  los rectorados no están obligados a abrir sistemáticamente clases en todos los centros. Algunos centros ya no ofertan latín y griego desde hace un montón. ¿Cuánto? El ministerio indica que no dispone de ese dato, ni el número de profesores de latín y griego entre los 31.000 profesores de letras de centros de secundaria.

El año pasado, François Baluteau, profesor de universidad de ciencias de la educación en Lyon, hizo una encuesta a 500 centros de secundaria, escogidos de todo el país: de zona urbana como rural, de los barrios elegantes de las grandes ciudades y de la periferia. Su trabajo versaba sobre todas las enseñanzas optativas, y, por lo tanto, sobre el latín y el griego. Primer descubrimiento que le sorprendió: aproximadamente un 10% de los centros de su muestra no ofertan clases de latín ni de griego. «No me esperaba tanto», dijo. 


¿Tiene fundamento la acusación de elitismo?


En el estudio de François Baluteau, salta otro elemento a la vista: cuantos más alumnos procedentes de los medios más favorecidos agrupa el colegio, más clases hay de latín y de griego. Es estadísticamente implacable. En los barrios elegantes, las clases de latín y de griego son más numerosas. Los efectivos siguen la misma lógica. Los datos proceden esta vez del ministerio: 1 alumno de cada 5 procedente de una familia económicamente favorecida cursa latín, frente a  1 de cada 12 cuando el estudiante crece en un medio desfavorecido.

«Sí, hay elitismo, pero hay que preguntarse por qué, responde, amargo, François Martin. Es el ministerio el que lo crea organizando una falta de acceso a las opciones.»  Fustiga la práctica de los directores, que hacen una selección de los alumnos. Para él, todos ganarían cursando más latín y griego si «se les diera la oportunidad». Como Augustin d’Humières en Meaux (Seine-et-Marne), profesor de latín comprometido, habla de los beneficios de las lenguas antiguas para todos. «El griego, por ejemplo: todos los alumnos se encuentran en un mismo pie de igualdad al aprender a escribir, a descifrar. Eso reporta un estímulo a algunos alumnos de dificultad.»

Mañana, con esta reforma, ¿quién cursará latín?



Najat Vallaud-Belkacem, la ministro de Educación,  asegura que el 100% de los alumnos se verán obligados a hacerlo, porque la enseñanza de las lenguas antiguas ya no será una opción elegida por los alumnos sino una de las «enseñanzas prácticas interdisciplinares» (EPI) – por lo tanto obligatoria.  Esas franjas de tres horas a la semana que deberán repartirse los profesores a su gusto, por turnos, para dar clase de otra forma y a muchos. Por ejemplo, un profesor de geografía e historia dará una clase sobre la democracia ateniense con su acólito el profesor de letras y helenista. La idea es liberalizar las disciplinas, impulsar la iniciativa pedagógica y seducir a los alumnos – ese es el programa (sobre el papel).

La enseñanza de las lenguas antiguas encontrará su lugar en la enseñanza práctica interdisciplinar denominada «lenguas y culturas de la antigüedad», repite machaconamente el ministerio.  «Pero ¿no ve usted el problema? se excita François Martin. Las horas desgajadas para las EPI se imputan en detrimento de las horas de las materias. Ya no existe el latín como tal en el horario escolar. ¡Vamos a tener que  ir a mendigar a nuestros colegas que nos dejen algunas de sus horas para enseñar latín! Es la muerte asegurada. »

Para calmar la revuelta, el ministerio de Educación ha propuesto que los centros educativos que lo deseen puedan ofertar latín y griego como «enseñanzas complementarias». Cólera de François Martin : «¡Es  todavía un engañabobos! Los directores tendrán en sus manos la elección de ofrecer lenguas clásicas o hacer desdobles de clase en matemáticas,  por ejemplo. ¿Qué cree usted que van a elegir?» 

(Artículo de Marie Piquemal, aparecido en el periódico francés Libération el 22 de abril de 2015. La fotografía es de  Léo Caillard, de la serie Hipster in Stone. Tanto el artículo como la fotografía se han tomado sin permiso).
 


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