miércoles, 3 de agosto de 2016

A la caza del conejo virtual

No sé cómo debe hacerse el plural de pokémon(sic): pokémones, pókemons, pokemones, pokemons, o dejarlo en singular. No entiendo tampoco la tilde en la e: pokémon, innecesaria en castellano. Tampoco me explico muy bien esa letra ka en medio de la palabra. ¿No estaría más acorde con nuestra ortografía castellana “poquemon”, “póquemon” o “poquemón”, o como quiera que se diga, pero con qu de queso de toda la vida?

Tampoco sé muy bien qué es eso de un pokémon, la verdad. Al parecer se trata, por lo que me dicen y leo por ahí, de dibujitos muy infantilones, de los que el primero fue un tal Pikachu -¡otra vez la kappa griega entrometida!- y ahora se han reproducido, crecido y multiplicado, hasta la saciedad de los ciento no sé cuántos, de ahí la necesidad del número plural para hablar de ellos. Uno de ellos, quizá el más amable, es una especie de conejito amarillo, o algo por el estilo, con dos mofletes orondos y rojos y las puntas de sus orejas negras.


Al parecer hay un juego que consiste en salir a la calle a cazarlos, teléfono inteligente en ristre: son unos monstruos virtuales que aparecen en la pantalla del móvil y que hay que cazar, por lo que se nos obliga a permanecer atentos a la pantalla cada vez que aparece uno, confundiéndose la realidad exterior, que también vemos en nuestro aparato, con la creada por el teléfono, que nos hace ver engendros de estos -algunos realmente monstruosos- donde no los hay. Es lo que llaman “realidad ampliada”.

La dedicación a la caza del bicho logra distraernos del mundo circundante, despertar en nosotros el instinto predador de la caza, sacarnos de casa -dicen sus defensores que eso es lo bueno y lo mejor del juego- pero claro, hay que tener güifi incorporada (wifi en la lengua del imperio, que se pronuncia, guayfay, por cierto y no güifi).


La caverna de Platón

Es lo que nos faltaba en este verano del año del señor de 2016: la gilipollez cinegética generalizada de la caza del poquemon. El juego “Pokémon go” promueve, además, según han dictaminado los más alarmistas, instintos primitivos de violencia entre niños, adolescentes y no tan jóvenes. Lo cierto es que está causando furor en medio mundo, y se espera su llegada en el otro medio. La casa que lo ha creado, Nintendo, ganó miles de millones en dos días, cotizándose sus acciones en la bolsa de Tokio hasta casi el doble de su valor. 


La OCU, que es el acrónimo la Organización de Consumidores y Usuarios, advierte bienintencionadamente de que al estar pendientes de la pantalla del teléfono a la vez que andamos por la calle podemos olvidarnos del mundo real en el que estamos inmersos, es decir, de los coches, los semáforos y otros peligros que pueden ocasionarnos accidentes involuntarios. Además, la aplicación consume los datos y la batería del aparato a gran velocidad, lo que puede generar estrés y frustración. 

Miles de personas terminan viviendo en una realidad virtual, falsa. La casa Nintendo quiere entretenernos como sea, generalizando la diversión para que no seamos conscientes del aburrimiento general en el que se desenvuelve nuestra existencia, para que sigamos aburriéndonos sin darnos cuenta, o creyendo que estamos haciendo algo divertido, guay y cuqui, como es cazar estos monstruitos. 



 ¿Habrá que agradecerle al menos a dicha casa comercial que nos haya mostrado, sin querer, que la dura y cruda realidad, la cotidiana, es tan falsa como la ampliada y virtual que nos muestran las pantallas de los sedicentes teléfonos inteligentes,  y que seguimos inmersos por lo tanto en la caverna de Platón, que ya es el mundo entero, donde las imágenes que vemos, filtradas por la cámara y la pantalla de nuestros móviles, siendo reales, son más falsas y traidoras que Judas iscariote?

2 comentarios:

  1. Desde mi humilde opinión creo que, este juego. actúa como un perfecto "idiotizador" para alejar a los jóvenes de la realidad que nos rodea. Asimismo,considero que forma parte de una estrategia manipuladora para encuadrar a la población; niños y adolescentes con Pokémon y adultos y ancianos con placebos insufribles como pueden ser los programas de "Telecirco" o el fútbol.

    Probablemente esa reflexión suene un poco paranoica pero, desde hace unos años hasta ahora, siento con pesar que, el pensamiento crítico, la duda y el humanismo, se pierden para ser sustituidos por los medios de comunicación o con "placebos" como este juego .


    Un saludo, Amaiur.

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  2. Totalmente de acuerdo. Gracias por el comentario.

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